作者
Pau Waelder
发表日期
2021/8/26
期刊
Arbor
卷号
197
期号
800
页码范围
a609-a609
简介
Los debates acerca de la inteligencia artificial se centran mayoritariamente en la posibilidad de que una máquina pueda suplantar a un ser humano, ya sea imitando la capacidad de raciocinio de las personas, como proponía Alan Turing en su artículo fundacional sobre la inteligencia de las máquinas (Turing, 1950: 434), o bien desarrollando una conciencia propia y elevando su capacidad intelectual a niveles sobrehumanos, algo que según vaticina el futurista Ray Kurzweil debería ocurrir en 2029 (Kurzweil, 1999: 161). La inteligencia artificial como disciplina de investigación científica se inició de hecho con la premisa de que «todo aspecto del aprendizaje o cualquier otra característica de la inteligencia puede, en principio, describirse de tal forma que una máquina pueda simularla»(Moor, 2006: 87). Esta fue la propuesta inicial de la conferencia que tuvo lugar en el Dartmouth College de New Hampshire en 1956, en la que el científico de la computación John McCarthy acuñó el término inteligencia arfificial. Partiendo de este planteamiento, la pregunta acerca de si las máquinas pueden pensar ha llevado a considerar cómo se puede imitar la inteligencia humana por medio de complejos algoritmos y finalmente esbozar la posibilidad de que, una vez convertida la inteligencia en una cuestión de cálculo matemático, los ordenadores sean capaces de pensar mucho más rápido y en términos mucho más complejos de lo que somos capaces los seres humanos. Si bien estas cuestiones son fascinantes, dejan de lado otra manera en la que las tecnologías de inteligencia artificial se relacionan con el cerebro humano, no ya para suplantarlo …