Durante el pasado verano de 2015 se han publicado, en prensa generalista, diversos artículos alertando de la llegada a nuestro país de la sustancia comúnmente conocida como “flakka”, que suele contener como principal componente activo α-pirrolidinopentiofenona (α-PVP), catinona sintética derivada de la pirovalerona. En dichas noticias se tiende a enfatizar la peligrosidad de esta sustancia, enumerándose casos de muerte o de comportamiento agresivo en pacientes intoxicados. Además, se evidencia la rápida expansión de la sustancia debido a, entre otros motivos, su bajo precio para el consumidor1. A consecuencia de esta alarma social, a finales del mes de julio, se llevó a cabo una iniciativa parlamentaria solicitando información a la mesa del Congreso sobre α-PVP y sobre las medidas implementadas para prevenir su consumo2.
No resulta llamativo, sin embargo, que la información disponible sobre α-PVP en la literatura científica sea, en contraste, muy escasa, pues se trata de una situación compartida por numerosas sustancias del grupo. Las catinonas sintéticas son compuestos anfetamínicos beta-cetónicos derivados de la catinona. Mientras que durante los primeros años se vendieron en comercios a pie de calle etiquetándose como “sales de baño” o “comida