Los fenómenos sociales, entendidos como ensamblajes de seres humanos y no humanos, invitan a reconsiderar el papel que los materiales juegan en los procesos culturales. La asociación de las especies arbóreas con los volcanes, lagos, seres humanos y espirituales, revela la existencia de un complejo paisaje que contextualiza la actividad del presente y condiciona las reacciones de la comunidad frente a las intervenciones externas. En las poblaciones mapuche cordilleranas, los árboles intermedian su relación con las aguas y demás fuerzas naturales, constituyéndose no sólo en vehículos de la memoria sino también en puentes que unen lo natural con lo sobrenatural y lo cotidiano con lo sagrado. Este papel se advierte con especial nitidez en las prácticas rituales y en la construcción de los descansos como hitos conmemorativos de los difuntos. Este caso revela el protagonismo de los materiales en la conformación de la cultura y abre un campo para investigar en áreas que no han recibido suficiente atención, planteando desafíos a las visiones teóricas que han excluido esta dimensión en su explicación de la cultura.