La interrelaci? n ente la palabra, el deseo, y el cuerpo y el impacto que sobre? stos tienen la imaginaci? ny los sentidos consti tuye el eje central Canon de alcoba (1988) de Tununa Mercado. Adem? s de explorar el placer inherente al texto, la obra de Mercado ofrece la creaci? n de un sistema de figuras corporales que conforman una ret? rica er? ti ca y una lectura del cuerpo como sistema semiotico y como fuente inagotable de placer. Con Canon de alcoba Mercado se co loca en la vanguardia de la escritura fe menina hispanoamericana, ya que el texto contribuye a paliar la falencia mencionada por Hel? ne Cixous," almost everything is yet to be written by women about feminin ity: about their sexuality [and] their erotiza tion"(Cixous, 256). El m? rito de la obra radica tanto en su contribuci? na la creaci? n del imaginario femenino mediante el trata miento de la sexualidad en t? rminos de autoerotismo (onamismo), relaciones l? sbi cas y heterosexuales, como en la expresi? n de dichos contenidos en un lenguaje que bien podr? a ser definido en t? rminos de? cri ture f? minine, es decir, caracterizado por ser" the antithesis to all that is male, Western, linear, abstract and objective, in other words, free-flowing, non-end-oriented, non objective writing"(Collins, 121). En reali dad, Canon de alcoba pone en pr? ctica la program? tica de Cixous," writing is... work ing (in) the in-between... A process... with millions of encounters and transforma tions of the same into the other and into the in between, from which woman takes her forms"(Cixous, 254). En el texto inicial." Antieros," Mercado subvierte el milagro cotidiano del ama de casa al extender el proceso de metamorfosis a la protagonista misma logrando una sim biosis entre" las especies y las especias"(17). Paralelamente, se da una revaloraci? n del tiempo y de espacio femeninos. El tiempo consta de una sucesi? n de acciones presentadas a modo de instrucciones-de sa ber elemental legado de madres a hijas. La naturaleza c? clica de la tarea se refuerza al notar que debe ser llevada a cabo diariamente en todos y cada uno de los cuar tos. No obstante, la labor es gratificante ya que el" tenderse unos instantes... en el sill? nm? s muelle [le permite] entregarse a la visi? n de un espacio deslumbrante"(12). A su vez, el" sacarse los zapatos para sentir la frescura c? lida del terciopelo" la lleva a" desprenderse la blusa y dejar unos momen tos los pechos al aire, erguirse... mirarse el perfil"(13). En el? mbito de la cocina el erotismo es conjurado por cierta tradici? n popular que versa sobre las hortalizas. As? como" las zanahorias pueden tener un des tino f? lico... los pepinos pueden servir a las muchachas de las historias inmorales en sus ceremonias narcisistas"(14). Sin embargo, es en el? mbito culinario donde se colapsan