Dentro del conjunto de pinturas sobre las postrimerías que se encuentra en la iglesia de Carabuco, son las imágenes del infierno las que más capturan la atención del espectador. A pesar de su paleta oscura en la cual predominan los tonos tierra, las formas torturadas y torturantes atrapan la mirada en una lectura confusa que descubre en cada aproximación nuevas visiones del horror. Al examinar esta imagen, no sorprende que las visiones del infierno fueran consideradas en las artes de la memoria como las imagines agente por excelencia セゥュ£ ァ・ ョ・ ウ@ que por su efectividad resultan indelcbles-mientras cada rincón del averno, reservado a las diferentes faltas a ser castigadas, fueron presentados como loei de la memoria'. Esta pregnancia surge de la definición misma de! término: opuesto al cielo) el infierno" es una cárcel perpetua, llena de fuego y de innumerables y mui terribles tormentos, para castigar perpetuamente a los que mueren en pecado morta1. 31J Como veremos, la mención del infierno se convirtió en un lugar común de la prédica cuyo objetivo primordial era el de inculcar una ética cristiana cimentada en los artículos de la fe. En la construcción de esta dialéctica entre el bien y el mal, el vicio y la virtud, los religiosos fueron conscientes de la eficacia de las menciones a los tormentos infernales. Dado que la Iglesia huscó coartar el disfrute excesivo de los placeres terrenales-recordemos que el sexo, el baile, la música y la ingesta de alimentos fueron tradicionalmente vinculados al demonio-,¿ qué delicias reales esperaban a los bienaventurados en el Paraíso? Ante las apacibles imágenes del Edén, el discurso moralizante de los predicadores sacó mayor provecho a los crueles castigos reservados a los olvidados de Dios que a los inciertos premios asociados a un bienestar impensable para e! ser humano, acostumbrado a las penurias de lo real. En el caso específico de la prédica sobre el tema de las postrimerías) las estrategias cinestésicas focal izadas en los castigos sufridos por los condenados resultaban más efectivas ante un público menos formado que una reflexión acerca de las faltas cometidas y sus] ッョウ・] オ・ ョセ@ cias. Es así que el infierno constituyó una herramienta fundamental de la catequesis y prédica europea y americana.