EL COVID-19, considerado mundialmente como una pandemia, ha cambiado el paradigma asistencial tradicional, especialmente en las enfermedades crónicas como la diabetes.(1) Las cifras de diabetes son preocupantes: en 2020 un 4, 5% de la población peruana mayor de 15 años fue diagnosticada por un profesional del equipo de salud con esta enfermedad. Según el sexo un 4, 8% son mujeres y un 4, 1% varones. También el por ciento fue mayor en el quintil superior de riqueza (6, 1%) que en el quintil inferior (1, 9%).(2) Ante esta situación se restringieron los servicios de salud y muchas personas con esta enfermedad no siguieron sus controles médicos periódicos, abandonaron el tratamiento farmacológico (medicamentos por vía oral e insulinas) y no se realizaron exámenes de laboratorio periódicos necesarios para evaluar la efectividad del tratamiento farmacológico que siguen. En este contexto la telemedicina es vista como una herramienta para abordar el tratamiento de las enfermedades crónicas.(3) El actual sistema de salud debe ayudar a resolver un gran problema de salud pública que ha puesto a prueba todos los sistemas en el mundo.(4) Como eje principal del sistema de salud se encuentran las enfermeras, profesionales idóneas y preparadas con conocimiento para ejecutar la teleenfermería a las personas que conviven con diabetes. En Perú, desde el año 2020, se desarrolla esta modalidad con pacientes diabeticos a través de llamadas telefónicas, de la aplicación WhatsApp y de la plataforma Zoom; se puede activar la cámara y compartir videos y fotos. Este trabajo de enfermería tiene un gran valor porque permite observar y escuchar al paciente y conocer a su familia ya su red de apoyo (ya sea de su familia o un cuidador externo) dentro de su hogar e, in situ, un ejemplo es cómo se desarrolla su autocuidado, particularmente cómo almacena la insulina erróneamente dentro del refrigerador y señalar